Heliotropo
HeliotropoNi las veces que vuelo
ni todas en las que caigo
importan.
Cuentan, sí
los tigres sueltos en mi garganta
bebiendo un resto de sangre,
y la escalera en caracol
que lleva a un libro que no termina,
- como trazos de una historia
que escribe el aire sobre el agua -.
Sometido al ritmo
me sigo proyectando,
tallado de vos por tanta mañana
más allá de lo posible
y tanta noche fuera de norma,
todavía te aprieto
como la prenda más mía,
porque cuando no se pudo
pudimos.
Padrino CuervoAquí, Cuervo, al medio del pecho
meté pala y todos los bíceps,
que vos sabés vengo jodido
y con la sonrisa partida.
Aquí mi rey está plantada
toda la noche sin noticias,
y el lejaim tras verte elevando
verdades sobre los rumores.
Hijo de una abuela bendita,
por sacarme resentimiento
te ofrezco suave el padrinazgo
de un alguien que no tiene nombre.
A veces, el imposible en el retrovisorA veces toca vivir los excesos,
ir de silente con rostro lejano
cuando todos van gritando sus dioses,
o de cantar estribillos procaces
a la mitad de la noche y sin público.
Es que sucede de pronto, mi rey
las cosas ciertas y hermosas que pocos
tienen un alguien cercano a quien dar,
esa alegría mejor que nos vuelca
a desafiar lo que fueron certezas.
A la final, como dijo el Andrea,
no se podrá penetrar en el ámbito
de los afectos, sin antes obviar
cualquier manera de ser predicado.
OjaláNo sé si por calmar
la sed de los demonios que llevo
pierdo o gano la mano del ángel
que me implica en el vacío.
Ignoro el destino, la suerte,
de pronto por saberme errado
en esto de decir lo que no consigo,
por quedarme de espaldas al futuro.
Hay algo roto que nos une,
y aunque no sea más que mi caída
y tu instinto de enfermera,
suma
donde ya todo es menos que su reverso.
Ojalá no lo veas.
HermanoUna noche, medio improvisada
voy a recoger los ecos de tiempos por venir
y voy a plantar en tu boca
la risa que siempre te tuvo miedo,
y te voy a arrancar de la mano
un paseo de pelota y rayuelas
con un final de fernet y calle cerrada.
Vas a ver, casi de pronto
casi como sabiendo
la ausencia del gris a mitad del puente
- esa premonición que no se confirma -,
y yo te voy a entregar, yo
al corazón de una ella perfecta
por mí elegida, terrena entre todas
capaz de ignorarte
como ignora el sol cualquier sembradío.
Voy a sentarme a tu lado
sin hablar inteligencias
para que digás gestos profundos,
y probés mis sentidos, perdiendo el tiempo
hasta que en comodidad comprendás
lo que me enseñaste
lo sencillo del instante
cuando miraste la herida de frente
ese tajo del resentimiento
con una compresa extra, que te viene del antes
y te alienta suave, seguir con fiereza.