Estallido de formas bajo las uñas por un secreto que no valdrá ni la copa de vino ni el mañana mentido detrás de los ojos.
Luz del pezón en los labios del amante cuando comprende su propia muerte en lo que recibe sin dar, cuando se entrega por exceso de sed porque hasta Dios se negó a escucharlo.
Hoja en blanco, perra frágil, con rabia capaz de herir por no tener qué compartir en esa noche donde el mundo pudo haber danzado la desesperación de un millón de bocas en sólo dos.
Mientras tanto Siria, El Beni Asunción, un montón de pañales sucios y limpios como gritos de lo fundamental dejando lo demás como susurros sin importancia.