Disonancia
Te disueno, quizás
en ese bosque que te pintaron en clave de sol,
y te araño recuerdos, futuros, todos los mares,
sin posibilidad de calma al medio de la angustia
con esta manera de ser el que roba.
Te yergues, entonces
en un reclamo lánguido de cruces
con una voz mostrando la mañana compartida
eso tan posible de mi cuello ya no desnudo,
y yo de espaldas al mundo
sonriéndole a lo imposible de pertenecer.
En el fondo sabes
ya
el sabor de la turba en los labios,
lo que sienten las manos cuando arrancan,
y la inusitada levedad del beso.
Y me juegas, por eso
anclas al pecho y yunques en los bolsillos
como si fuese necesario
apostar en contra y ser sinceros
a la hora de morder la nada que me hizo.
Ojalá sientas
- comprendas y sonrías - cómo duele
no ser lo que esperas,
y, sin embargo, llevarte aquí
donde apenas te sostengo.