Ficha del libro:
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Título: Antología Poética
Autor: José Félix Carrillo
Editorial:
ISBN: 99925-3-159-2
Nro. Páginas: 121
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Partir de la cristiana creencia de que el mundo fue creado por la palabra, sirve para echar luz acerca del esfuerzo egoísta e impúdico que realizan los que la sirven para dominarla. De entre los artistas sobre todo el escritor, y de entre los escritores sobre todo el poeta, es quien comúnmente más temprano o más tarde termina comprendiendo que tiene la carrera perdida, que, al igual que el más sofisticado y entrenado de los solistas su sed de perfección jamás será abrevada, porque lo que busca es móvil e inasible, mientras el verso, aunque señale aquello no alcanza a fijarlo.
Los cuatro apartados de esta antología exponen el resultado de tal búsqueda, ofreciendo al lector los hallazgos como la huella de lo andado, a través de un dibujo amplio y libre, en el que se transmite tanto la futilidad como la gravedad del tiempo, la maduración y hasta la mutación de las emociones, como la idealización vuelta conceptualidad desde la aljaba del autor. “No,/ yo no bailo…”, dice su loca en “Marinera”, y en una sola sentencia se nos pone enfrente aquello que por anormal, aunque real, cabe en ese ámbito en donde los sentimientos no podrían someterse a juicio alguno.
En “Muchacha de Diciembre” encontramos un “eras música y miedo.”, “ese signo de búsqueda inconfesa/ de hombres no pronunciados”, versos en los que se aprecia la inagotable danza entre lo sencillo y lo inefable, y que suele darse cuando el sujeto es el otro. Si vamos al yo, “Me interrogan los espejos.” constituye por sí toda una escena que, extendida a “a la vanguardia/ los groseros estandartes,” y ese brutal “Fue triste, fue imponente…” nos permite una primera idea de a por cuánto fue y va Carrillo, desde la sensible percepción íntima hasta el logro de su expresión mediante las grafías.
En “La rosa ausente”, fogonazos como esa “alegre feria de despojos”, “se sabía impensada y se engañaba”, “y a ese otro verdugo:/ el tiempo” nos terminan de acomodar en el esquema de ida y vuelta entre el autor y su entorno en el que los trazos no tienen un recorrido fijo, sino que son guiados por la emocionalidad espontánea y sustentados por la imaginería. Con “Refugio en la buhardilla”, último apartado del libro, nos encontramos con las manifestaciones más densas e intrincadas, las que precisamente por ello y al ser dichas, es que comprendemos que finalmente somos más universales que particulares.
Aunque José Félix advierte que los textos presentados no se rigen por una cronología tirana, de todos modos se percibe el transcurso del almanaque y sus implicancias. El lector avezado sabrá escuchar la edad de los poemas, visualizar la territorialidad de cada uno de los gestos y, sobre todo, disfrutar de la tensión del arco antes y después de ser lanzada la flecha. Sé que en este caso las musas no cesaron en su empeño, y que las letras continúan concediéndole oportunidades al poeta, así que por mi parte quedo en activa espera del siguiente libro, al pie de las Termópilas.