¿Por qué vienes a tocarme
los agujeros que llevo por dentro
justo
cuando voy andando fingiendo
que no es por ellos por donde me traspasa el dolor?

¿Qué ganas
llenando el vacío de mi mesa
con el recuerdo de tu pelo ensombrecido de pájaros libres
si no hay modo en que comulgue
mi cuerpo con tu imagen?

Cuánta histeria, de repente
en entrar a mitad de algún sueño
cuando voy a solas con mi almohada
jugando al escondite con el olvido,

como si lo más privado no contase
con un pequeño candado,
ni lo más atroz una esponja avinagrada

mezcla de crueldad y finitud.

Difícil así la mañana,
y cuesta arriba la tarde, vuelta incolora

porque en mi memoria está la noche
a la que llego sin tu promesa.