Para variar era joven cuando leí de lo de Rimbaud, y sí, me pasó más o menos lo mismo. Es decir, en un momento dado tuve un sistema enfrente, que va, dentro, con el que de pronto no pude comulgar por más tiempo. Entonces y ahí, no sé, supongo que hay dos (o mil) formas de reacciones, las dos más frecuentes son tirar por la borda lo que ya no va - y quedar “a merced”-, y la otra es ir armando el propio sistema, tipo Lin Yutang, o Basho. Yo me fui por la segunda, es decir, armar lo mío.

En mi derrotero, considerando todo el peso que la educación cristiana hace caer sobre el tema de la culpa, me costó mucho entender ese mecanismo y, por supuesto, una de las primeras tareas intelectuales que realicé fue rechazarla de plano. Más tarde, me llamó la atención el ver en textos y películas una y otra vez el tema de que el terapeuta de turno le hace ver al paciente de que no es culpable y entonces todo culmina en llanto, en un abrazo, y todos curados. A mí me daba por las bolas ese tema, me parecía algo como que insultante.

Hace unos años, cuando me enteré de Jodorowski, mierda, la misma cosa, de nuevo ir al atrás, de nuevo la culpa, el llanto, el abrazo y curación. Me emboló ahí a la primera, porque mi primer contacto con la cultura hebrea fue con Alfredo Seiferheld, que me indujo a estudiar historia, cosa que desembocó en el enamoramiento de la Kabaláh (lo de la filatelia ya lo tenía en mi antes, eso fue coincidencia, si tal cosa existe, claro), y como que de tal árbol caer a por ahí me resultó amargo. Pero ya ves, tuve que revisar mis posiciones, como siempre.

Según algunos, Enki fue uno de los creadores de lo que vos ves. Según el vídeo, el Enki entra en el cuerpo de esa persona y dice lo que dice. El sitio que contiene el vídeo tiene centenas y centenas de estas manifestaciones; está Enlil, Jesús, niños muertos, gente que se suicidó, incluso un pavo (literal). Y todo ese quilombazo de manifestaciones tiene un objetivo, que es expresar que todos (vos, yo, la concha de la lora también), somos uno e iguales. Pero, volviendo al primer párrafo, cada cual, si le da, va tratando de armar su propio sistema como puede.

También Whitman habló de “la gran obra”, si lo mirás bien y en profundo. Es decir, hay tantas herramientas tanto para las diferencias como para las coincidencias y, puestos aquí, para mí que se hace necesario recurrir a quien y a lo que sea para de una vez comenzar a eliminar el tema de la culpa, principiando por detectar sus emisiones, esas que nos imponen, esas que nos proyectan, las que nos vienen de arriba, de abajo y por los costados. Me acuerdo de Andrea: “todo lo que pasa en el mundo es mi culpa”, esa su hijoputez de asumir cadalzos.