Me molesta pedir, no por el hecho
de quedar sujetado como hiedra
a la capacidad de mis impares,
sino porque ya sé que siempre yerran
al intentar cumplir con lo que pido,
no por falta de gran inteligencia
ni porque no les sobre voluntad,
sino porque recorren cual carretas
el camino que trazo necesario
para lograr el todo sin esperas.
Empero, desistir no está en mis modos,
que fuerzas muy comunes me postergan
el quebrar sus ancianas estructuras
es algo que lo tomo como prueba,
así que voy de nuevo hasta los simples
buscando que mi voz les taje y duela,
prescindiendo de cálidas palabras
y eligiendo los verbos que sublevan
al esclavo que vive en lo profundo
de cada pecho vuelto una trinchera.
Empujo cuando pido sin temores
que del camino antiguo toda greda
se levante en columna impredecible,
girando en espiral de gloria y pena
irrumpiendo en el cielo de los blandos,
triturando sin asco toda queja,
engullendo las horas del ayer
como incendio tragándose las leñas
secas de un devenir que infatigable
se habre paso marcando nuevas sendas.