Por un año, y por un quinquenio
fatigué desde mi mente y con mi andar
cien vocablos desconocidos
y diez mil cifras que aterradas
se dejaron desnudar por mis manos.

Erré senderos deliberadamente
y construí lo que desde el principio supe
yo mismo habría de derribar,
así como bebí decalitros de veneno añejado
y le negué mi caricia a los ponientes
justo cuando mis dedos más lo anhelaban.

Fui el ausente en las kermeses estivales,
y en alguna navidad el que primero se marchó,
me inventé el día del hijo y el del monitor
sin consultar, o eso se piensa,
si quién gana cuando no me derroto.

Ahora,
tú que ves la inquietud que mi cuerpo insiste
aún cuando por cansancio reposa,
que sabes mirar cuando mis ojos
van más allá de lo que tienen en frente,
¿no te has preguntado
cuál es el atrás que habita en mi conducta?