Sobresale el manejo de la situación de extranjería y la modulación del carácter de la protagonista. La línea de pensamiento de Margot -de origen francés y radicada en Paraguay- se condice con su actuar, con el histórico que le antecede, y con su manera de sentir en el ámbito que le ha tocado, y que ella cree -mía esta suposición- ha elegido vivir. El juego entre moral, religión, y un racismo fuera de toda razón, se desarrolla con fría y cadenciosa exactitud. Lo raro se rechaza, lo que no encaja en el raciocinio de la manada se desprecia o se mata.

Para Margot, la no convergencia, la incompleta adaptación al medio por la fuerza y potencia de su propia individualidad termina resultando en una lucha sorda contra sí misma. Porque el medio, los otros, están ahí todos los días, en todos los mates de cada mañana, en todos los calores nocturnos del palmar. Se hace entonces necesaria la trinchera, invisible como intangible, por supuesto, pero que se hace sentir desde dentro y desde fuera, acrecentando la crudeza de la guerra, porque con trinchera de por medio ya no se trata de un conflicto tácito, sino de uno que entonces ha sido declarado.

Para dar batalla, Margot se hace de un aliado que al tiempo se vuelve, justamente, misión. Se trata de su nieto, quien sin tener mucha idea del fondo de las cosas, ingresa también al ámbito de los padecimientos que toda guerra genera. Padecimientos todavía más crudos por cuanto en un bando está la abuela y en el otro la madre y los amigos. La conciencia del niño es invadida como invalidada, sin voz ni voto se convierte en un trofeo preciado, pero demasiado frágil, tanto, que acabará más allá de los destrozos inmerso en el insondable manto de su muerte provocada.

Margot, herida desde el siempre por el contexto de su origen y por el del que luego transita hacia su final ya sin pretender ningún tipo de cambio, ya sin ánimo de brindar la ayuda que alguna vez desinteresadamente prodigó a los nativos, ya sin fe ni en su esposo, sin ya siquiera sentir dolor en el recuerdo de las violaciones que sufrió en su celda. Casi insensible, pero nunca desnortada, alcanza a comprender que puede esquivar aún la última derrota, y en el agua y con el agua es que ella marca su fin, escapando sin llantos de manos ajenas.

"Atajo" es una novela que se sustenta en la exposición de los aspectos psicológicos de sus personajes. Llevada con un lenguaje sencillo contiene, sin embargo, una combinación de posturas filosóficas y de recursos literarios que implican ese muy buen saber hacer poético que caracteriza a Esteban Cabañas. Como detalle, y nada pequeño, esta novela tiene la particularidad de que el autor, como tal, se involucra en ella casi como un protagonista más. Esto es, el mismo autor se plantea dudas y aciertos respecto del contenido de la historia que va construyendo como también respecto de la forma que le va dando.