Vitrina del desaforo (poemario)
Un poquito de sangreUn poquito de sangre,
alguna desesperación;
una muerte esquiva entre las manos
para lograr así, de pronto
los cinco sentidos dibujando opciones.
La ceguera propia y casi infame
de vivir a ratos en compañía
y por siempre en soledad,
a la sombra de todos
mientras meriendan lo común de los días,
me puebla el catarro de silencios.
La sordera genial, casi humana
con la que entiendo el gesto de los otros,
guardando el afecto
como guarda su herencia breve
el padre que anhela la boda de su hija,
me entumece los dedos hasta quebrarme los sonidos.
El tacto que se hace conciente
cuando roza el absurdo
de una paz condicionada,
que sólo podrían sellar o el abrazo
o el deceso infinito entre los ojos,
me pudre la rodilla que masculla una oración.
El sabor de la vida
cuando se desparrama improvisada
en la intimidad de la lengua,
que silente e inquieta
busca para sí la verdad en lo tibio y ajeno,
me envenena de musgo el vaso que me ahoga.
Y el talismán infinito
casi música, casi contrapunto,
que suma y resta sentimientos, como imposibles
respirando algo de asfixia y de futuro simple,
me deja el pecho apretado, como una herida amotinada.
Remando la nocheRemar de noche sobre los árboles
con los ojos abiertos mirando la nada,
me dejó ver
el absurdo imparcial y prístino
sobre el que yergues la deriva
de una mente que vuelves sangre,
púlpito atroz donde fraguas el cariño.
Que la distancia, absoluta y demencial
cubierta de afecto inmaculado
la utilizas como bandera de sólido vacío;
y que no es más que el reto fácil
con que juegas cada noche.
Me dejó ver cómo surges
a la manera de un peligro inminente,
disfrutando la promesa del límite
acrecentándose en tus ojos;
haciéndome intuir a Cronos vencido
después de sentirte infalible
cruzando la periferia de lo preciso,
mientras implicas en tus labios
la cadencia de un corazón que desestima.
Remando la noche vi lo que no ve cualquiera
los días que son necesarios para prescindir de ellos,
y tu voz indemne y solitaria
allá lejos, burlándose de mis brazos.
Yo poéticoDe repente se detiene,
mira con ojos rojos
lo que hizo y lo ocurrido;
y sin entender sus actos
acaba aceptando que no es feliz.
Me llama, dice mi Nombre;
sentándome en una silla rota
deja que vea sus llagas,
y me acusa con desencajado estruendo
el pasado que le muerde.
En mi pecho se expande
con la furia sapiente del tétano,
con la libertad de un volcán
cuando vomita su resentimiento,
hasta ganar el perdón
que le concedo apenas.
AntipoetaMuere
levantando un padrenuestro inútil
que comparte con lavanderas tullidas,
con monedas que abren las entrepiernas
que recibirán lo que no habrán de devolver.
Vive
en el aliento de su propia inhumanidad,
desde donde clama por un llanto
que le cobije de la expresión aprobadora
que habrá de fulminarlo
una tarde de lluvia.
Se yergue todavía
mientras decae,
tomando al gentío entre sus cejas
recuerda el infierno,
el paraíso,
y clava un verso en la espalda del mundo.
UltraHay una cárcel en toda libertad,
una presión en todo sentimiento
que nos vuelve herida abierta
y sonrisa inigualable.
Hay un no entender
el corazón que se expone,
y unas manos que se ofrecen
para que, justo por eso
no cuenten jamás.
Y hay lo ultraversal.
Personajes del resentimientoSé bien que no se aleja quien jamás se acercó,
que no sirve tender el puente al que aletea
su hipertrofia mental sobre toda desdicha;
como sé del espacio que brilla en su vacío
y tú sabes del lleno que será incompartible.
Al tiempo
ignoro el ultimísimo sentido de una copa,
la dicha de ese dos parida desde el uno
y todo el predicado que exigen los papeles,
así como tú ignoras el fondo de mis ojos.
Y entonces veo que
entre lo que sabemos y aquello que ignoramos
se dibuja filosa la trama irreverente,
que nos diluye en sombras - por no poder fundirnos -
volviéndonos diseño de un arquitecto loco,
personajes creados por un resentimiento.
DesacatoEl dolor se había instalado en la mirada
como el huevo de un moscón en la piel,
la boca y la palabra eran un solo resentimiento
tenazas y asfixia.
Ya nada bastaba.
Fue el sol bajo el abismo
y la lujuria de unos pétalos sobre el agua,
era el tiempo del desacato
la muerte misma latiendo en las pupilas.
Ahí te pariste
pareciéndote a lo que yo quería,
con tu modo de sal sobre los sapos
y esa costumbre de hacerme reír sobre los nadies.
LlegaLlega con el cero pegado a los talones
danzando sus cuchillas en el vientre,
como un vaticinio cumplido que empuja
a mi cuerpo hacia la entrega y la batalla.
Oleaje de certezas, de ensangrentada pulpa
deviene en corazón y mente, desde la página más antigua
hasta la letra que latirá futuros incendiados.
Se aviene al destrozo del cariño, a la fogata emocional
donde morir en cicatriz es lo único que salva
de la espuma de la gente verbalizando horas repasadas.
Quedándose es que parte
anunciando es que se desdice, nocturna,
del tiempo y de la palabra
en una sujeción de fiera, de tácito dominio
desde donde la miro llegar, con la tensión del espectador.
Ajetreo (final)Hay una necedad que se rompe
en el potencial simple de su complejidad,
una testarudez que se sabe
torciendo cuellos a fuerza de cariño
dejando atrás un reguero de decepciones.
Hay una sombra bajo la felpa
de cada vocablo vestido de urbanidad
definiendo la altura del pozo ciego
en el que crece el alma de los solos.
No hay entrega en saberse proyectado,
tan sólo el lamerse las heridas frente a quien
carga con las suyas
mayores o menos profundas,
en ese aparte del tiempo que saben las fieras.
Entretanto, el soslayo eterno
ese mirar sin ver
y ese ver sin mirar
respirando el ajetreo de una esencia ajena.
EllosSangre aquí un estado de ángeles
y que la emoción dance razonadamente
el contrapunto de sus pérdidas y ganancias
con sus labios partiéndose al infinito.
Sitiado quede el corazón por el hijo de hombre
por la hembra bendita entre todas,
y por ese lienzo sin nombre que acaece
entre dos cuando amenaza la madrugada.
Venza el corazón su poquedad
y alcancen sus voces el verbo, el nombre divino
que se dice musitando,
- aquel que escapa cuando uno quiere escribirlo -.
Y quede el instante fecundado por la eternidad,
que intuyó los soles en las bocas
y una media luna de algodón entre las manos,
cuando al fin ellos pudieron aproximarse.
No tengo dineroNo tengo dinero, apenas alma,
me quedan los huesos, un poco de sangre
la voluntad necesaria
para cambiar el rumbo de un poema
y el trayecto de la luna.
Ni poco, ni suficiente
para lograr el escándalo de tu mirada,
acaso el exceso de un afán momentáneo
que haga sientas la nadería buscando su todo.
Y, sin embargo, a contraluz
porto lo real de un reclamo;
mis ojos diciendo tu nombre
cuando temo al amor que refieres
mientras me sospechas pieza a sujetar.
Y tengo estas ganas de que completes
aquello que falta para decir
nosotros.
Volver (soneto)Quiero ahora volver a completarme
desde el mate caliente en la mañana
hasta el vino nocturno que me hermana
con las bestias que buscan anegarme.
Quiero volver a ser esa potencia
que con gracia y locura hacía historia
sabiendo del escándalo y la gloria
de ser primero sangre que conciencia.
Diciendo aquí la luz de mi intención
trato de regalarme una canción
que selle la postura que concibo
aun sintiendo que todo es un derribo
de cuanto fui erigiendo en la certeza
de que al final se impone la nobleza.
Calle TarijaAhora que se han ido y me han dejado solo
comienzo a repasar el valor de sus verbos,
todo lo que dijeron, todo lo que callaron
cuando el día fulgió en la sorda batalla.
Encuentro que no fueron del todo despreciables,
que acaso no alcanzaron a matar como quise
ni a perdonar errores como hubieran podido,
que al final imitaron lo que al mirarme vieron
y que si les absuelvo es a mí a quien indulto.
Pero aunque para ellos ya todo ha terminado
yo sigo aquí sumando las horas por venir,
a conciencia de un todo que me comprime el pecho
y que me exige vea qué queda por hacer.
...
- Un verso más, señor? Para ganar distancia
entre esto que ocurrió y aquello que será?
- Vale, pero que sea un verso bien logrado
uno que mienta poco y que refiera a noche
que por ejemplo diga, entre otras cosas simples:
"Hoy estuve cansado
de mirarme los días
y encontrarlos vacíos
de sonrisas sangrantes.
Hoy morí con mis ojos
vomitando pasado"
- Son varios versos, varios, y no uno solo, sabe?
- Contar, rimar, coger, teta, concha y el sufro
todo grabado y dicho en piedras de cristal!
No, pibe, yo te digo de salirse de rayas,
de poner en un verso lo que no pone nadie:
el cagarse en el metro mirándose por dentro,
pedírselo a un garzón como se pide un vino,
que te lo sirvan bien con un beso de yapa;
así no es tan callada ni tan sola la noche
y uno puede olvidar las sombras anteriores...
Dejá, no tiene caso, se hace lo que se puede.
- O bien lo que se quiere, mi estimado señor!