Silvio M. Rodríguez C. Admin
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| Tema: El hacedor - Jorge Luis Borges Mar Mar 27, 2012 3:25 am | |
| Ficha del libro: ----------------------------- Título: El hacedor Autor: Jorge Luis Borges Editorial: Alianza ISBN: 950-40-0195-5 Nro. Páginas: 133 ------------------------------ El hacedor por Silvio Manuel Rodríguez Carrillo
Son muchas las convergencias que logra Borges en este libro, el aliento narrativo como la estocada justa del verso, la imagen precisa capturando un instante, y la sugerencia más abarcadora. Un sujeto, que pueden ser todos, dibujado desde un emisor sapiente, cálido en cuanto está involucrado a lo que refiere, distante en tanto no sacrifica el árbol por lo necesario que se hace manifestar el bosque entero, sostiene mayoritariamente el esquema de un discurso expuesto a manera de peldaños conformando una escalera en espiral, imposible de reducir a un principio, inútil de precisarle algún tipo de destino, o de presagiado final.
“Conocía el terror pero también la cólera y el coraje, y una vez fue el primero en escalar un muro enemigo.” Por ejemplo, es uno de esos trazos en donde la precisión pudiera devenir de miles de historias estudiadas, o de una sola vivida a conciencia de emoción, suponiendo que no sepamos de los niveles de instrucción del autor. En “Vivía con los suyos en un desmantelado caserón de cielo raso altísimo, en el resentimiento y la insipidez de la decencia pobre.” encontramos, si bien una similar manera de exposición, una fuente un tanto diferente, donde es su observación que reluce.
Por supuesto, lo recurrente y lo concatenado de toda su obra se dejan entrever, así “Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena”, “… salvo que exista una memoria del universo, como han conjeturado los teósofos”, “… el sueño de uno es parte de la memoria de todos”, son sentencias que surgen como improvisadamente, como destellos que aunque un lector entrenado los podrá ver venir, igualmente es imposible desprenderse del goce que provocan, incluso en aquel guiño lujoso de “Inferno, I, 32”, donde convoca al Dante y a San Agustín a repetir con él el infinito.
Ya en la poética, el autor no se priva ni del ritmo que casi oculto está vibrando, ni del mensaje velado que obliga a una segunda lectura, “Pensaba que el poeta es aquel hombre/ que, como el rojo Adán del Paraíso,/ impone a cada cosa su preciso/ y verdadero y no sabido nombre”, y se nos muestra capaz de cruzar desde el Génesis hasta el Apocalipsis “Es uno de los símbolos que al hombre/ da el hado o el azar que un día/ de exaltación gloriosa o de agonía/ pueda escribir su verdadero nombre”, en un derroche sin ostentación de talento.
“A veces en las tardes una cara/ nos mira desde el fondo de un espejo;/ el arte debe ser como ese espejo/ que nos revela nuestra propia cara.” Tal cual, asumiendo riesgos donde pudieran parecer innecesarios, el autor se desliga de cadenas sin necesidad de romperlas para ofrecernos si no una escuela literaria, entera y propia, sí una manifestación en donde el saber hacer permiten el deleite y hasta una razonada enajenación. “El hacedor” constituye un paseo por una estética abstracta que no prescinde de lo cotidiano, y un ejemplo de cómo decirse a nivel universal desestimando aquello de ser original.
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