Aire - Primer decanato
A1 - AireEntendí que algunos no volverán
que tendré que llegar a sus ermitas
y desde ahí retornar hasta el hoy
menos denso y con mayor amplitud.
Entendí el frío cuando puede al alma
la crueldad que palpita en todo cambio
y la soledad tragándose un pueblo
como traga una cifra el infinito.
Supe la celda desde sus adentros
- en una edad donde todo es imagen
vi cómo el aire se hacía inasible,
y cómo la ley debe ser obviada -
y desprendí de mi ser esos gestos
que la costumbre le busca imponer
al que está de regreso sin haber nunca
llegado al punto del "todo perdido".
Visualicé lo docto de indagar
y viví la dureza del jugarse
hasta sentir el viento en rebeldía
en un oleaje de carnes rotas.
Aprendí el ahogo de la batalla
el peso narrable de la primera
el tranco de la que será la última
y también el color de la que importa.
A2 - Primera historia de aireComo era desde antes de ser este presente
ocurre la traición, nombrada de otro modo
mas sosteniendo siempre su manera de lodo
que sube por los pies hasta ganar la mente.
Ellos vienen y van carenciados de excesos
pretendiendo un futuro entre las manos sucias
que anoche se lograron, con una y dos argucias,
el placer de tomar el luto de los besos.
Uno y otro se ganan y se pierden sencillos
- ella, desde la fuerza que le otorga el despecho
él, desde ese jugar a ser solo un desecho -
volviéndose normales, ya sin nada de brillos
que los rescate simple de aquellas horas bajas
y los devuelva limpios a un tiempo sin navajas.
A3 - La tragediaEl aroma a dolor nos hace pretender
que vamos bien, con esa imagen de dominio
que ejerce un alguien simple sobre otro condenado
dibujando colores de gran vitalidad.
Asumimos los hechos como pasando cerca:
prados enteros mientras la vida nos aguarda
y hasta el amo del gato ahogando a sus crías
por no tener en dónde dejarlos llorar vivos.
Olvidamos distancias; nos da igual quien genera
o quien toma un momento, hasta no comprender
la angustia que ganamos a plena madrugada
en la que suplicamos otra oportunidad.
Nos sorprendemos mucho al vernos fingidores
y aunque nos duela vernos así, ya no es posible
cambiarnos la postura, y sólo va quedando
rajar el rostro ajeno hasta volvernos él.
A4 - El reclamanteDe los dos guepardos uno moriría
fue lo que pensaste tras verlos nacidos
a mitad de un solar destiñendo sangre,
sangre que secaba tus ganas de todo.
Venció tu razonar, tu mente absoluta
como vence el uno a toda muchedumbre
dejándote ileso de pobres intentos
al borde de nada, lamiendo tu afán.
Fue que entonces cupo en tu roto penacho
el reclamo inútil, la queja marchita
proyectando en cada una de tus negruras
el brillo burlesco que entona el imbécil
como si el acto de ver involucrase
al visionario, como si la quebrada
pariese al fin al eco y cada sonido
se concibiese en el centro de algún ciego.
Te defiendes, así, en ese no escape
que atesora la risa, sosteniéndote
en la mirada que proclama inmutable
el goce preclaro de los hombres altos.
A5 - Entre sombrasLa ciudad es desierto luminoso,
balbuciente de nombres atorados
que sin música ni danza en el vientre
me proyecta tu mirar aterido
- tajo cruel, de distancia sin romper -,
dibujando el predicado del lejos
el grito de un tono sin pentagrama,
y el peligro de una realidad
hiriente de premoniciones crudas
escupidas por un Todo insondable.
Afuera los aullidos de la noche,
la lluvia sucia sobre los carteles
mientras dentro la trampa envuelta en seda
- manso algodonal que incuba al áspid -
prueba las sombras que se van pegando
a la piel, que las intuye en destrozos
antónimos a la luz, como sarna
llorosa que me paren esos ojos
tuyos cuando proclaman gratitud
de un alguien imposible de entender.
A6 - Aunque no le entiendanDe pronto el aire estalla en su conciencia,
sin ninguna señal que avise al hombre
de los filos que aguardan tras su nombre
surge la sed de ser uno en su esencia.
Dispuesta la presión y su violencia
sobre quien dispondrá de más renombre
todo quiere evitar llegue el prohombre
donde sólo se llega con paciencia.
Se va volviendo roca el aspirante
capaz de al mar decirle "ven por mí"
y al viento, con los ojos: "no temí"
Se alcanza, va sabiéndose brillante
y entonces en silencio es que se aleja
hacia el azul del verbo que corteja.
A7 - Los creados *
Ahí, en el silencio de los tigres
al centro del nido de los azores
se expande la espera de proyección
en el duro mirar de los creados.
Los rezagados no cruzan la puerta,
en la selva se agostan dos claveles
y aunque todo pareciera ocurrir
nadie termina de beber las sombras.
Tan sólo el orgullo de formas simples
llena la mente de los generados,
adivinan el fruto más oculto
sin llegar a masticar sus colores,
de piedras atiborran sus alforjas
volviendo al discípulo un amanuense
y al compañero, engañado a sangre,
un circulo encerrado en la burbuja.
Los últimos no suman sino ausencia
los primeros aguardan una nota.
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* Según la tradición Bíblica, las primeras fieras y el primer hombre fueron creados por Dios (es decir, no fueron generados o concebidos). Según una tradición del hinduísmo, la humanidad entera deberá pasar por una gran puerta, dos guardianes provistos de “infinita paciencia” aguardan a que “el último de los rezagados pase” para cerrarla .
A8 - SiempreSiempre partir desde el fondo
y en lo llano transitar
lo real de los contrarios
y el cariño más fraterno.
Siempre el objetivo enfrente
refulgiendo sus conflictos,
la salida vuelta escape
para no llegar a nada,
y el filo que en el mirar
separa el trigo logrado
de toda paja entrevista
cual si fuesen más que "cosas".
Siempre el suspiro de siempre,
la imagen y su proceso
lo intentado y lo obtenido
como final del saber.
Siempre tus calles horribles,
tu amanecer de llovizna
y ese esperar lo que falta
esculpiendo tu reproche
que hace llores sola, siempre,
sin aventura decible
ni claves que ir develando
durante tu soledad.
A9 – Segunda historia de aireTengo ganas de fiesta
mas llueven telarañas, viento norte,
y el conocer al alguien
que de por sí se niega a la alegría.
Yo lo digo sencillo
pero no dejará de ser difícil
la historia del prejuicio, del temor
que hace que todo ayer se cuele sucio
hasta embarrar mañanas duraderas.
Sentir sin solución este presente
y aceptar el vivir de migajitas,
sin reposo, sin nada de descanso
en un oído presto a compartir-se.
Ni me resultará para la danza
saber que tras dejar de persistir,
del otro lado, rudo y lastimero
vendrán desordenados los reclamos,
gimiendo los dolores consabidos
que sienten los que llegan ya muy tarde
- más hondos e incisivos
del que marca las manos del que llama
a la puerta por dar lo que le sobra -.
Tengo que relamer estas cadenas,
saber de las virtudes del esclavo
de los efectos ciertos de subir
y olvidar que busqué ser humillado.
Solo entonces no acaba
hasta que al fin acaba de bruces
y es posible decir amaneceres,
el cartero que ignora lo que lleva
y aquella dirección inconcebible
que siempre parió esperas sin futuros.
A10 - El errorEsto que veo
no es musgo
son centenas de órbitas de ojos errados
puestas en la escalera del absurdo
recibiendo el paso embotado de un aspirante.
Esto que siento
es la insania de la fragilidad en plena danza,
el día más frío de la razón sin ningún sobretodo
que no sea el que guarda en los bolsillos gusanos
a donde van los dedos que buscan evitar el granizo.
Este paraje
lejos de la ermita donde nadie falla
- porque todos están en uno –
se yergue en juicio para los que de él carecen
en un grito que me dan todos los ahogados.
Esto que soy
hueso roto, corazón amado por holocaustos
carne cruda palpitando un credo decible y
horriblemente incierto.
Constituyen el error y la certeza
que prodigo generoso y triste.