Tengo un hermano
Tengo un hermano
al que vi escribirle (o imponerle, es lo mismo)
un ritmo a las olas,
con esa manera de fijarle al arrecife
la rara tibieza de las tormentas de invierno.
De los que logran decir
aún bajo el silencio
la amalgama de lo que fue y es,
pasea su estatura atravesando emociones
como sin en el desprecio habitase el cariño
y en la dentadura la fidelidad de la soga.
No le sé
puede que no le sepa jamás,
pero le quiero hasta la rudeza que llevo encima,
esa de siempre, la de pocos y la de todos
los que supieron de vacíos.
Ignoro si llegaré a abrazarlo
- yo que soy dios, lo ignoro –
y es lo de menos,
porque me basta con leerle
para confiar en mí,
y quererle más.
No sé,
quizás en mi deidad
al imaginarlo le di vida, o
en su supremacía
al no esperarme me cedió aliento.