Yo no me hago problema con el tiempo
que me lleva entrenar tu no presencia,
ni con los gestos rudos de la esencia
de tu ser olvidándome a destiempo.
Simplemente le tomo de las manos
a lo que fue de nos bajo la luna
y lo recreo haciendo en mi laguna
duelos de desamor, quizás insanos,
pero que me devuelven tu mirar
cuando se distendían en mis hombros
- que entonces eran muros sin escombros -,
y vos reías fiel tras el lograr
hacer de mí una fragua en que la dicha
desplazaba a la torpe calma chicha.