Me llega tu reclamo en el que dices
que el tiempo lo volcaste en muchas cosas
fútiles como ajenas, quizá hermosas
causa de que seamos infelices.
Yo percibo tus tonos, tus matices
y dejo que vomites tus odiosas
excusas, que volvieron a las rosas,
de lirios por morir sus aprendices.
Me atengo a lo que sé, simple y distante
comparo las distancias que nos unen
con los dolores burdos que desunen
al guardia resignado del amante,
viendo los mil kilómetros que faltan
para ese primer paso que resaltan
los que supieron pronto del instante
perdido y renacido en el semblante.