No acabas de llegar y ya te marchas
como una hoja que lleva el viento frío
a alguna primavera que sin dolo
me roba tu perfume olor a niña.
Luego vuelves cargando una tormenta
de besos exquisitos y violentos
con los que desdibujas mis temores
rayando claridad sobre las sombras.
Y mientras vas y vienes sin horario
no me alcanza la voz para decirte
lo que cuesta esperar siendo de ausencia,
lo que duele callar cada emoción
por ser, a la manera de los muros
quien de nada se queja en su penumbra.