A veces puedo mantenerme en el desgano
que flota y gana los espacios de la gente
lamiendo el polvo de los días sin apuros
cual viejo justo sin pecado concebido.
Y sí, no niego que me sienta no hacer nada
pasar el tiempo sin pensar en la tortura
en graves dramas del arriba y del abajo
o en cada gota referida por las nubes.
Mas algo tengo, algún defecto original
que empuja al nervio de mis ansias distendidas,
levanto entonces con mis hombros el futuro
y cambio el modo de mirar y de sentir.
De nuevo nada me abastece ni me calma
la sed que arrasa con mi pecho pendenciero
volviendo a cada pensamiento jabalina
dispuesta a ser lo que destroce todo obstáculo.
Me siento así, conmigo mismo, con mi esencia
y río a solas sin decir mi dicha pura
ardiente y recia llenándome los huecos
que quedan huérfanos y rotos en mi abismo.