Desayuno con gordos violadores
que tienen su mujer marcando el paso,
almuerzo con sicarios irritables
que exhiben la hipertrofia de entrenados,
y ceno sin hacer tontas preguntas
con el que secuestró seres humanos.
Con un tipo comparto techo y cama
aunque nuestros cerebros no coincidan
ni en la forma de dar ni de olvidar
los tajos que por ley dejan las grillas
en las muñecas finas de perfumes
que nunca imaginaron las pupilas
el verlas de un morado tan violento
que impulsa con brutal saña a la ira.
Con el alrededor que así conforman
el bestiario de luces irredentes
transito sin decir lo que concibo,
lo que siento y deseo entre mis grietas,
ni lo que va creciendo sin razones
al medio de mi pecho y de sus penas.
Y solo, enteramente solo y cierto
mastico mis latidos indecentes
salivando con rabia cada tarde
condenada al hastío que las preces
de todos estos putos me dibujan
sobre el cansancio pulcro que más duele
porque nace y crece en la familia
que en silencio formamos los que tienden
a apostar por un poco de esperanza
a pesar de los cielos que no ceden.