Te miro desde abajo, hecho silencio
de herida y confesión a noche abierta
si lo que sangro llega hasta la puerta
de tu mirada helada que presencio.
Intuyéndote cerca me sentencio
a buscarte radiante como muerta
si tu voz belicosa me concierta
a beber la crueldad que te potencio.
Y por no perder verbos en mi insania
también en las esperas marchitadas
te conjugo mordiendo mis abismos
como víbora o lepra de alimania
trepando por mis horas destrozadas
hasta quebrar con saña mis mutismos.