No, yo jamás me apuro
tan solo voy venciendo de pronto al tiempo,
talando mi apellido como también mi nombre
desde la pena cruda hasta la inconfesable risa rota,
como se tala un árbol construido con piedras
con sólo gestos mudos.

Si me digo te nombro
sin querer y a conciencia,
como lo hacen los solos, desprovistos
de un corazón insano como manso,
masticando el sonido que no habla
y que sueña su canto vuelto carne.

Y si te nombro huyo
del centro de mis cosas y mis juegos,
como si consiguiendo dibujarte
logre también callar tanto demonio
gritando en mis tobillos su prisión.

No, yo jamás comulgo
ni con la virgen pura ni con la puta santa
ni con la tradición ni con lo nuevo,
vomito -simplemente- el escándalo cruel
de lo que me rebasa o que me sobra
cuando me faltan manos
para tocar la piel que más me falta.

Y danzo alegremente mi tristeza
poblada de granates indecibles
cuando siento que el límite me anuda los tendones,
y apago por afuera cada uno de mis ojos
cuando mi lengua lame el sabor de lo intenso
fatalmente encerrado
en un beso de fruta que nunca tuvo cifra.

Me pierdo del nosotros...
pero es así que tiendo sobre mí
el alambre de púas que escribe en mis espaldas
el ritmo de la luz latiendo entre lo oscuro,
es así que yo escribo
sobre el muro del mundo lo posible
de lo que llega y parte sin ser pleno,
y es así que me triunfo
del asco de los días sin llorar
eso de ser carencia
y todo esto de amar sin un destinatario.

Al desangrarnos volvemos
de ser de agua a ser de polvo
y de ser diez mil sonidos
un silencio que perdura.

De lo alto es que regresamos
a nuestra meta final,
a entender la memoria
que nos exige el futuro.

Como lo exige la esencia
de ser uno con la luz.

"En el principio éramos sólo sonido". Smarc.

Una noche como hoy, pero de este mismo año

Qué cansancio de cruces soportadas
me gana la dureza de los hombros
a esta hora de la noche que en pañales
me pide que le espere para verla
llegar a adulta y ser a mi medida.

Cuanto egoísmo habita en ese juego
en el que siempre gana sin querer,
como si yo no viera que se burla
de mis pilas humanas y finitas
con que pretende dance su infinito.

No tiene caso, no será de mí
rechazar su letal invitación,
que la vengo aceptando hace ya tanto
que es parte de mis ojos la impudicia
y la banalidad de sus modales.

Por eso, mareado por agobios
y con la mente oscura y arritmada
le permito me cruce desafíos
a ver si en el final de su pulsar
igual que ayer instalo en sus adentros
lo eterno, lo que huye y nos relata.

p.d.
Muy, muy cansado, pero si no escribía alguna boludez no era yo.

Y mañana, mi amor

Casi pareciera que ingresa en mí
como pagando coimas insalubres
despreciando los ritos tan decentes
que los seres gregarios sienten altos.

Y yo la dejo entrar
como permite un caza que se incluya
un bombardero dentro de su radio,
sólo por demostrar que los pudores
no suman y no restan al momento
sacro como sencillo
en donde uno destruye.

Le mido exactamente su histórico
sopeso los emblemas que sostiene
y descubro mi rostro sin matices
para morderle inquieto sus finales.

Lastima y también duele
como la picazón que sólo pasa
si son las propias uñas las que rasgan sin pena
la piel vuelta una roncha emocional.

***

Me quiere; dice a boca tormentosa
que me quiere con ganas,
pero ya la conozco demasiado
y en lo que se deleita con esmero
es en la tan difícil cuota indócil
de mi sucia, sangrante y vil fidelidad.

A su lado por siempre, dentro suyo
es que me eleva encima de lo simple
de sus simples destrozos y de sus destrozados,
como si yo valiera mi triste peso en oro
sólo por conocer
cómo es que se mastican sus granates
allá en el fondo mismo de todos sus abismos.

**

Me escupe de repente
a un silencio brutal de vainillas y peras
sujetando mis ojos a lo ciego
de su olor destilando los rubores
de fruta seca y sola
más allá de las aguas y los años.

Me olvida sin aviso
sabiendo que el reproche no es moneda
que circule entre nos,
que cuando se decida a regresar
también regresaré,
por estar de partida y jamás de regreso
como todo animal
que juega bien a no ser animal.

*

Pero soy quien destruye
sus escasos momentos de paz breve y mentida,
el que le afronta sólo con sus manos
su vocación de muerte,
quien le araña el latido con errores
que serán la verdad,
el que la piensa a solas mientras siente
que por ser apartado es que ganó
poder ser el tapiz
sobre el que ella, inconsciente, a veces se derrama.

Yo soy, sin pretenderlo ni quererlo
del tiempo su almanaque,
una voz que se apaga y que se yergue
resistiendo al cansancio y a la dicha
de tener sin poder
en el ahora ser por fin tenido.

Y ahora que yo miro el humo entre mis dedos
tanto sé que me sabe,
y que le duele suave este marchito
modo de no gritarle cada daño
que fue tejiendo grave entre mis cejas,
que quiere decir cosas, explicaciones rotas
capaces de cortar el aliento que oculta
por detrás de los fuegos
y de todos mis nombres.

--

Y mañana, mi amor
¿será que entenderás, como yo alcanzo a ver,
que una ausencia requiere
por lo menos a dos?

¿De qué lado del prisma exigirás que abunde
cuando ya no te quiera?

Debe ser la interdicta una puta con clase,
como dicen algunas: la veleidad con boca,
esa que cuando calla, al verso te convoca
como si su silencio la mente te arrasase.

Algo tendrá la perra cuando la envidian tanto
y la maledicencia le clava los colmillos,
alguna gracia oculta guardará en los bolsillos
para hombres como tú, un plus de honestidad.

Algo tendrá la arpía que tu fidelidad
le entregas como prueba de fe tumultuosa.
Algo tendrá la rosa
aunque no tenga nombre
ni hombre
ni piedad.

Morgana

yo que soy

Yo que soy aire sin reposo
me plazco intenso en su oleaje
hecho de sal y del lenguaje
que a todo vuelve peligroso.

En su decir vertiginoso
están los vuelcos del paisaje
mutando solos del ultraje
al gesto cruel de lo virtuoso.

Si acaso quieres conocerla
reina de mí sin calendario
te diré cómo poder verla,

tan solamente ve al espejo
y la tendrás en solitario
riendo el conjuro que festejo.

Apostando al sonido

Yo sé que no conozco todo lo que quisiera
que me faltan los datos abundantes
guardados en secreto,
la finalidad última de los oscuros padres
que arrojan a sus hijos a los dientes
insaciables de sangre.

Y sé que yerro feo cuando siento la afrenta
de no saber mirar quién es el grande
y quién es el pequeño,
volcándome con ganas y mil oscuridades
tan sólo a liberar lo que me clama
por ser hecho de instantes.

También ignoro, sí, la gran supremacía
de las que se proclaman santas madres
que enseñando lo inútil
repiten el pasado sin que sea bastante
ni suficiente nunca ser herida
y llorar en las tardes.

Pero mira, lo poco que tengo y que domino
es lo que conocí por unas calles
donde hermano es vecino,
lo llevo tras los ojos que saben de pesares
y se rebelan recios y profundos
por sobre los finales.

Sé, despreciar inquieto la luz de una metáfora
y apretar mi decir fuera del arte,
mantener mi crin libre
de las cadenas sucias que genera lo amable,
y pisar con firmeza sobre espinas
que proclaman el hambre.

Si acaso tú también caminas como yo
sin aceptar la trama, al personaje
que nos venden en cuotas,
será que algo de savia todavía indomable
nos queda por brindar sin el escándalo
de pagarlo con cárcel.