La violencia del andrógino (2)
Parte I Solo una vez se mira al abismo
de frente,
solo una vez la renuncia sale de la boca
para instalarse en lo ojos.
Después, en el fin del tiempo
la desesperación se acalla
y el terror crepita en las manos
desnudas de afecto, de toda vacilación.
Sol y luna asisten silenciosamente
al parto ardiente del no querido
que ruge colores sólidos, inaudibles
en la retina de los que tientan la memoria.
Parte II Con un sacacorchos oxidado
extirpa el corazón inútil
del que expone su sexualidad como forma
y su dolor perruno como fondo.
Lo levanta, lo sujeta
y aprieta hasta que salta el absceso
que bebe a sorbos espaciosos
reviviendo las historias que contiene.
Lame el músculo herido, pero limpio
y lo devuelve a su origen.
Mira a los ojos del portador
y le dice: vive, hijo de puta.
Parte III Si presientes lo que se avecina
es que te ha pensado;
todavía oculto, y fiel a su entidad,
te deja saber lo inútil de alguna defensa.
Sin ropajes habrá de ser la lid
donde expondrá la catedral de silencio
que en abstracción construyó
para medir las palabras que por distracción generaste.
Desde antes de nacer te conoció
- quien sabe el árbol sabe el fruto -
Y de ahí proviene la explicación del gesto,
que somete a los tuyos.