Bolena (I)
Iba el cariño a decir su extravío
ganándome la garganta y el pulso
me haría confesar la vanidad del tiempo
esa manera en que la piedra termina
confesando la piel que conoció.
Iba el tumulto ser multitud
venciéndo mi paciencia rota
y la sonrisa que siempre esquivo
el sol de la ignorancia que escapa
con la violencia de la sinceridad
Iba a ser igual, todo dudas
salvo mi expresión
que seguiría perteneciéndote
por prevalecer en el conituar
ques del que persiste
cosa incompresible para el que acepta
el modo de las cosas sin su nombre.
Iba a ser "disperso"
decir metales en mi verbo
y prescindir del ágora en su pleno
pero te dibujas más fuerte
para que no sea yo quien desiste.
Soy, después de vos,
lo de siempre
una carta sin destinatario.
Bolena (II)
Entonces convendrán lo no citado
con todo lo vivido, lo que dice
el tonto y lo que puede quien bendice
el tedio por haberlo sojuzgado.
Bolena en mi apellido, con su nombre
de sangre resurgiendo tras mis ojos
la noche del espanto, de despojos
terribles calcinando mi pronombre.
Entonces ni su lecho ni sus brazos
tan sólo la conciencia del espacio
trocando la certeza de lo lacio
por flatos iridiendo fogonazos.
Bolena en lo profundo de su dicha
contenta de saberme quieta ficha. *
---
* Ficha : persona que se da modos para solucionar conflictos. "Es una ficha".
Bolena (III)
Se aferró a lo que se aferran las mujeres
a la certeza del silencio forzado
y a la oculta fragua de cuchillas nuevas
para cuando el cuerpo le pida otras guerras.
Se alejó sin marcharse nunca del todo
a la manera de una droga liviana
que se pretende absuelta de toda culpa
dejando en claro que acaso volvería.
Desde entonces llovieron pájaros ebrios
de un hastío de hachas cortando bocas
y se acabaron por pura prepotencia
los puentes que construí para Bolena.
Bolena (IV) – cierre
Anduve demasiados clavos buscando fín
diciendo soledades en compañía burda
como si le pudiese abrevar con mi zurda
la sed de naderías que dijo el serafín.
Me extravié palpitando que de nadie sería
ni el paño calentito ni esponja avinagrada
sospechando vendrías desde el nombre sagrada
como un sueño de astillas al que yo cedería
mis bastas poquedades por un sitio a tu lado
la daga que no digo por tus ojos mirándome
a pesar de que arriesgue el que vivas odiándome.
En su tiempo, dirá Cronos si fui templado,
o fulgiente bandido sujetando bravuras
que sabio te escondió sus horribles fracturas.