Como una sombra muy poco sensible
que en el espejo diluye su esencia
se va perdiendo tu luz y conciencia
en un llorar que lastima irascible.
Te veo en mí, mas te siento inaudible
desde el reclamo por tanta inclemencia
y mis dibujos portando la urgencia
de lo que llega brutal y terrible.
Cruzo de nuevo tu voz y el reproche
de nunca ser compañía de seda,
de tanto andar cuando gana la noche
latiendo sólo, buscando me exceda
y sobrepase mis ansias del día
que tú sembraste con manos de espía.