Lo que duele es dolerte sin que baste
ninguna explicación cierta o fingida,
saber que cada noche no me esperas
de tanto que intentas no ser el muelle
al que pueda llegar entre las sombras.
Lastima imaginarte con los ojos
volcados a un futuro entre los muchos
con tanto sentimiento silenciado
y oculto entre tus manos, suave fuego.
Me cuesta sostener esta distancia,
todas estas fronteras que fingimos
cada cual de su lado mientras sueña
con el oro que juntos son y fueron.
¿Qué hacer cuando la prístina victoria
sobre la tradición te significa
la bipolaridad sobre el cariño
dañando sin querer a quien te quiere?
Puede que lo que sé lo supe tarde,
lo de venir en grupos y buscarnos
me pesa como ejemplo y me diluye
en el viento que pasa sin tu pelo.
Es difícil vivir y ser el fuerte
cuando en ello se anidan los dolores
de comprender lo frágil y lo duro
latiendo desde el prisma que otro lleva.
Y verdaderamente taja hondo
mirar en el pasado las sonrisas
que ya no están jugando en nuestros labios
refiriendo la luz de lo sentido.