A cualquier padre le duele
tener a un hijo en la cárcel
y no hay madre que contenta
vea cómo el vicio deshace
el cerebro de su niño.
Pero conmigo no vale
lo que es común en los otros,
mis senderos son mortales
y mis padres malcriadores,
a cintarazos sin pares
me forjaron en lo rudo
de modo que si los ases
me faltan en una mano
ellos y yo, desiguales,
nos burlamos del presente,
pues sabemos de Canae
como de Cartago Nova,
que pasan como las aves
personas y circunstancias,
que es mejor hacer las paces
con lo que uno es sin el miedo
que disfrazan los cobardes
con un pudor de manual,
y que a dulce triunfo sabe
el ser de una sola pieza
aunque por esto te aparten
de la merienda común
que adoran los innotables.