Es una frase común, más que vieja,
la que nos dice que el hombre prefiere
rubias taradas de muy buen estado
y si ninfómana y muda, mejor.
Una morocha que raje la tierra
tambie´n vendría genial, por supuesto
con uan vértebra más, como potra
criada a las brazas de Arabia sin mar.
Pero despierten, no corre esta norma
en los latidos de un viejo entrenado
porque se sabe del drama que implica
tener al lado tigresas ardientes,
y es que se mueven clamando atención
siendo el mimarlas de día y de noche
obligación sin derecho a protesta.
Quizás, de tanto "leer" lo que vale
y lo que cuesta vivir libremente,
independientes de reglas absurdas
y con un claro objetivo en los ojos
yo los prefiero, aunque dijan voy errado,
porque detesto el andar de niñero
de cualquier ego con piel hidratada
a puro elogio y piropo aburrido.
No sé, será mi sentir de guepardo
pero me sabe mejor andar solo
que con un culo precioso siguiendo
la ley cortez que te obliga a cuidar
a una hembra adulta sin fallas notables.