todo ese cansancio que llevas
como un escudo ante cualquier otra voz
le dan a tu gesto de poner mala cara
un toque de autoridad que no convence

el enojo que murmuras cada tanto y así
ni más alto ni más bajo te lleva o te deja
tan sólo te aparta
de la hedionda alegría de los simples
como de la intensa carcajada de los solitarios

pero tú en tu papel
no con una sino con las tres cruces juntas
escribiendo el nuevo evangelio del dolor
sin percibir entender o imaginar
que tus 6 am de hoy
resultan de tus 10 pm de ayer

hasta cuando lo sumiso
de aceptar lo que te rodea como sucio
insuficiente
aquello de las buenas palabras
cuando por dentro la rabia te palpita

cual el punto
hasta donde la infinita e ínfima cordillera
en la que acaba tu acusación
de que no encuentras justo
lo que te niegas a construir