Con el sonido a jazmines inquietos
atravesando mi piel es que vago
hasta los límites rotos del lago
donde me encuentro conmigo y mis retos.
Nada me llega, ninguna voz suave
puede cruzar mis entrañas de olvido
cuando me aparto del sol que he lamido
en el encierro brutal de mi nave,
y sin remeros me lanzo silente
al estallido de luces, sin nombre
que pueda ver o sentir ningún hombre
cansado y solo de páginas blancas
que vi llevar a los burros en ancas
en el atrás de algún sueño demente.