Bien mirada
con toda la presión que soportó en su principio
la semilla que alcanza a ser árbol,
resultaría más bien en insulto
la estatura de su majestad.

En así, un chiste, uno sólo
place más que la puteada o la queja,
en tanto que el drama invade
y se consume y alimenta
a la manera de una burguer desde el auto.

Yo no me digo,
es justamente al revés,
y si ofende el asco y la carencia
que como un Paraná triplicado desborda
la franja de los límites,
no es más que mi capacidad de espejo
dibujando tu contorno emocional en tu monitor.

De pedir me cansé
no peras, sino sandías al olmo,
pero lo que pido es poco y leve
una mente enciclopédica para lo efímero de la vida
y lo brutal de una caricia para lo eterno de la noche.

Tristemente
a cambio tan sólo ofrezco
entender y comprender cada gesto común
que se pretende trascendental,
el no mentir dándole valor
a la hoguera que escupe carboncitos incandescentes
siendo de mí y en mí tan sólo el deshielo.

Y lastimeramente, por si acaso,
mientras destilo alcohol
absorbo desprecios burdos,
como los que proyectan tu boca
después de encerrar entre silencios lo de siempre,
ese sentir que sobro y que no hay otra.