Era una maravilla la manera
con la que te lograba una sonrisa
al medio de la lluvia y de la prisa
sin que jamás sospeches de mi espera
para cederte un trecho en la carrera
que sostenía solo en la cornisa
de tu emoción brutal como insumisa
buscando que me seas compañera.
Y no deja de ser maravilloso
que te siga logrando algún momento
en el que te alivianas de tu historia,
pero ha llegado, y grave, el sentimiento
de que en mí no encontraste la victoria
sino la distracción de lo curioso.