El viento poderoso embiste mis cabellos
mientras voy disparado
a doscientos cuarenta desengaños por hora,
sintiendo entre las manos cómo corre el sudor
cuando las cosas pasan a gran velocidad
teniendo yo que ver con lo que fácil esquivo
como con lo que ataco.

A libros de distancia
la gente se me aparta temerosa,
como si con un verso les pudiera tajar
el transitar de vírgenes que llevan en el cuerpo,
como si con hablarles pudiera hacerles ver
lo que crece en mi espíritu sin raza.

Y vos, varios montones de experiencias al lado
danzando con el gris de que no llego nunca,
latiendo el postergado encuentro que procuro
lograr sin un aviso, sin ninguna sorpresa,
cual si fuese posible llegar hasta tu vientre
en estallido suave de luna y madrugada
sin que estés esperándome, pero también sabiéndome
capaz de resolver nuestro beso furtivo.