Aire – Cuarto decanato
A31- Cuarta historiaNos cuenta que devuelve lo recibido
que sólo da cabida a quien le ha querido,
y que le han enseñado a vivir de a poco
sin batallar las horas como algún loco.
Mientras callado toma y no se concede
las manos de su niño, lo atroz sucede
poblándole la piel de resentimiento
dejándolo vacío a otro sentimiento.
El cura condenado a amar al mundo
dice que hay que buscar en lo profundo
el último por qué de toda trama,
que la fe siempre cura cualquier drama.
Pero el hombre no cree en esos discursos
lo presiente al pastor con pocos recursos,
y vuelve junto al lecho ya sin paciencia
sin que le quede nada salvo impotencia.
Esa noche, quizás al día siguiente
se lavarán los restos de ese paciente
¿pero el alma del padre, quién lavará?
¿y quién, límpida y sana la mantendrá?
¿y quién si no él, sin mancha la sostendrá?
Cuenta le aconsejaron sin conocerlo
gentes que no pensaban volver a verlo,
y que el rencor mortal le fue germinado
al sentirse de todos desvinculado,
que ya todo es hastío y decepción
que se dirá fatal en una canción,
que ahora es la memoria contra el futuro
y muy poca razón para hollar el muro.
A32- El azorEl azor vuela solo su libertad de sal
reflejando en su alas la tensión del osado,
sin dejar que mi mente de oscuridad fatal
descanse de su imagen marcándole el costado.
Su vuelo en la retina me empuja a lo profundo
de castillos y pueblos que ya no tienen nombre,
en busca de la esencia, de aquello más fecundo
que refiriendo a Dios no abomine del hombre.
Busco, sin saber nunca si será o no materia
lo que habré de encontrar; ignorando la forma
del que habrá de mirarme domeñando la histeria
que germina en la mente cuando sale de norma.
Me muevo sobre redes recordando aleteos,
perdido ya el cariño y el afecto robado
voy a la cita ciega que marcan mis deseos
con esta altanería de vivir entregado.
Perdido en mi sedienta necesidad de azules
sostengo mis avances sin mirarme al espejo,
dejando atrás los ritos adornados de tules
me miro desde arriba y mis pasos festejo,
pues sé que estoy más solo cuando cerca me encuentro
de lograr un peldaño que lleva a lo escondido,
ese punto espiral de inconfundible centro
que me tiene enfocado, por demás absorbido.
***
Alto vuela el azor, tan arriba y tan alto
que casi me sorprende ver a bípedos quietos
respirando la vida sin dar un solo salto
por no mirar al cielo y sentir sus aprietos.
A33- Quinta historiaLa batalla comienza cuando despierto
con una sensación de miedo fatal
por esas cosas simples de fin incierto
que debo conseguir no terminen mal;
emerge la ansiedad, me gana las manos
sin siquiera acabar de darme una ducha,
y ahí, solo en el agua, quiero ser otro
un animal salvaje, un negro potro.
La reyerta recién deja ver los planos
de un día de durezas y crueldad mucha,
que incluirá gente extraña de otras plazas
tratando de venderme algunas divisas
a precios que serán graves amenazas,
y que habré de pagar tomando entre risas
el riesgo del futuro puesto en monedas
por esa algarabía enferma y dañina
de vivir en el riesgo, a dos veredas
jugándome la gloria como la ruina,
sin pensarlo en exceso, midiendo todo
con ojo al resultado, siempre a mi modo.
Despediré inclemente a algún oficial,
a otra se le dará aquella baja médica
que tienen las preñadas por ley social;
todo lo firmaré con pulso de prédica
asentando en las actas el transcurrir
de un montón de soldados desconocidos,
que me pueblan la histeria y el discurrir
de caminos derechos como torcidos,
sin que nadie lo sepa desde mis labios
púlpito de una voz muda de pasado,
que si vivo y me muero con mis resabios
lo hago sin enfermar a quien está al lado,
porque lo mío evita números rojos
ahí donde los cuerdos cierran los ojos
Una jornada más que sumar a solas
como suma una piedra sus muchas olas
en el duro escenario de la semana
que lleva de manera vulgar e insana
su discurso de hoguera para mortales,
que trajinan sus cuerpos ornamentales
como si fuesen sacos sin un destino
que no sea llenar su gris intestino,
mientras que para mí canta la metralla
que trabajar un día vale medalla.
A34- La mesaDoce cruces dispuestas debajo de las rocas,
- las que ya no recuerdan ni putas ni devotas -
sujetan todavía la voz del mensajero
venciendo su calvario por arriba del tiempo.
Nos astilla las manos bordeando la saña
cuando nos representa cada derrota humana
en ese intento burdo de poder alcanzar
un cielo reservado a los que dieron más.
En la asfixia suprema, donde todo dolor
no tiene recompensa ni tampoco perdón,
suave sostiene el pánico diciéndose en el límite
hasta preñar las lenguas de afectos imposibles.
Y camina sencillo al morir cada tarde,
mientras fija las horas en necios almanaques
con sus ojos impide el desborde del miedo
en cualquiera que fiel aún ignora el lleno.
Yo
Hijo de Dios, de mil rameras por saber
presido toda mesa donde vomitan fe
eruditos idiotas - para el amor extraños -
por compartirme, simple, incluso en lo malsano.
A-35/ 1537Lleva en el corazón el parto inquieto
de otras historias ciertas como intensas,
constituye matriz, olvido y luz
y esa cadencia eterna de la jungla.
Sobrándole razones para el odio
y por no proclamar su vanidad,
en lo pequeño vuélvese gigante
que sus vecinos miran cual vitrina
inaccesible y dura, o aun secreta
no por lo que posee, o de sí diga
sino por lo que es cuando la hamaca
balancea la siesta de su estirpe.
Aunque le fueron propios, ya no tiene
ni al mar ni a la montaña como límites,
ni descansa, ni exige territorios.
Sin metáforas vive la victoria
de nutrir a su ser con hijos nuevos.
Lo demás sí que existe tiempo atrás
con algo de mejor, de predicado;
pero aquí es solo el rojo, el blanco puro
y el azul que no acaba entre sus ríos.
A36 - Esta mañana
en el buzón dejaron esta fría mañana
los despojos mortales de dos pájaros blancos
una cinta granate y la lista completa
de los pasos que nunca nadie logró vivir.
tembló la tierra a solas en un espasmo abyecto,
se apagaron las velas, se agotó la varilla,
los libros extraviaron las palabras guardadas
y murieron de pie al saberse al fin mudos.
esta mañana el sol se partió en dos pedazos
y desplazando indócil a los demás planetas
iluminó sin ver cada sitio de Gaia
haciendo que los ciegos añoren las penumbras
algún roble amputó sus nervudas raíces,
la gramilla negóse a beber del rocío,
los pescados al ver tan infinito el tiempo
besaron los anzuelos con todas sus gargantas.
en la libreta negra de cada operador***
aparecieron todos los cruces de monedas
que habrían de cerrar dos semanas después,
mientras la policía soñaba con Heráclito.
yo...
mis manos en mi sien, sabiendo en el ahogo
que creés que me basta con lo que no completa
la memoria de nuestros cuerpos tras ser cifrados,
me digo que hace años esta mañana ocurre.
A37 - La monedaUna gran puerta oscura resguardando el después
esa tragedia única del que sabe que existe
y la de aquel que habrá de vivirlo de pleno,
para que no le queden premios al impotente.
En un solo minuto de atención programada
se visualiza entonces el esfuerzo de años,
la paciencia de buey y el entusiasmo bravo
fundiendo la razón y la fe en el sendero.
Hasta ser la existencia, volverla compromiso
cadena - quizás cruz - que comprimir o no,
que expandir o estirar hasta la prepotencia
de una caridad recia, carente ya de dioses,
dependerá del gesto de prescindir de todo.
Por las manos abiertas, las que siguen abiertas
esperando que llegues.
A-38 - Séptima historia de aireMe contó del infierno y del camino
que conduce sin yerro a sus entrañas,
despreciando lo mismo hacer hazañas
que entregarse a la fiesta que da el vino.
Me dijo que su vida es un ejemplo
para seguir por doctos y por sabios,
moviendo sin parar sus viejos labios
mirando hacia la cruz negra del templo.
Yo dejé me cruzaran las edades
por los huesos, la cara, las razones,
hasta retroceder varios eones
y entonces palpité mi propio hades.
Anduve por escritos y por magos
por sacerdotes viles y por putas,
olvidado de mí torcí mil rutas
causando con mis ansias sólo estragos.
De todo esto quedaron cicatrices,
ganas de no buscar lo fraternal
ni de esquivarle el rostro a algún final
cargado de sedientos aprendices.
Volvimos a mirarnos nuevamente
cada cual en potencia como en acto,
yo mucho más gastado pero intacto
él, tan solo y tan roto como un puente.
A39 - La estadía del regresoEn el fondo del mar dimos con ella,
apenas perceptible a los sensores
se dejó ver tranquila en los colores
ciegos y desalmados de su huella.
Solamente una ermita sorda, muda
con rastros del primer puñal y el verso
que le justificó todo el anverso
de la historia que guarda y que desnuda.
La mano del pequeño en otra ajena
sintiendo del camino el hondo miedo,
y del guía un susurro claro y quedo
caminando los bordes de la pena.
El parir una idea, y el querer
abandonarlo todo sin razones;
la entrega primordial a las acciones
por sentir si soltar o aprehender.
Un espléndido atleta sopesando
al tullido que alienta a sus iguales,
hijos todos de un padre de plurales
que ignoran el por qué, el hasta cuándo.
Y al filo de sus sombras, cual penuria
de una llaga que late su abandono,
un trazo de selecto y alto tono
vibrando los secretos de la Etruria.
A-40 - Pronombre relativoTú que en la madrugada y sin esfuerzo
prescindiendo de cena y del almuerzo
viste que iba cayendo ese plumón
como resto inconsciente de la nada,
que fijaban presencia casi a espada
escupiendo sus dioses del pulmón
que aprehendían todo lo ocurrido,
como el espino inmóvil que captura
- cuando toda memoria es prematura -
la violencia del acto y su sonido,
que cuatro estrellas pueden ser la cruz
y tres de ellas la flecha que no falla,
si en medio de la sed se da la talla
completando el andar con poca luz,
que en lo limpio del alba el primer rayo
se estrella sin romperse contra el muro
sin obviar al que oró silente y puro
ni al que esconde los ojos bajo el sayo,
que en su franca sonrisa las palmeras
intentan conquistar algo de cielo,
como algunos sacarse todo el hielo
enquistado en sus ínclitas maneras,
mejor tomas mi boca, mis rodillas
a ver si juntos somos sin orillas.