Como una sombra que inútilmente busca
escapar de quien la proyecta,
así busca tu mente huir de mis ataques
en una carrera que por no tener inicio
no podría tener final.
Agotas el agua del río y las provisiones
que a duras penas fuiste acumulando
a lo ancho y lo alto de un tiempo
inasible ni por complejos almanaques
ni por la intuición que visualiza el futuro,
por detenerte a la vera del límite
sin el arrojo y sin la fuerza demente
con que se doma y se vence a lo insólito
en un toque de crueldad y dulzura.
Desde la lástima, entonces y frío
me quedo mirando la hoguera que tiembla,
crepitando presentes frente a mis manos,
cumpliendo con el rito que ahoga
a la noche con mil nombres
y a mi pecho con lo que dicen
las cenizas de la decepción.
Mañana,
puede que mañana los planos se crucen
y así podamos desde el desprecio y el orgullo
latir diferente aunque iguales
desde la hermandad que forja la victoria
que siendo sobre el otro no lo doblega
sino que le inspira a mirarse su verdadero rostro.