No vengo aquí para explicar cómo se late
detrás del tul de los lamentos que con saña
se fingen vivos de metáforas absurdas
manchando cada verbo indócil con colores
que hieden, sordos, a vulgar protesta imbécil.
No vengo a ver cómo el amor florece inquieto
por rampas viejas de futuros sin sentido
jugando a ser el que de lejos visualiza
verdades rotas en los labios del que tiembla
con voz cargada de basuras y de lances.
Yo vengo sólo a dibujar un terremoto
sencillo y fácil de tomar entre las manos,
la luz oscura que me implica en el silencio
de mil caricias a conciencia postergadas
por ser mi piel una trinchera ya vencida.
Tan sólo vengo a destrozar mis sentimientos,
el oro inútil de mi mente irrazonable
y todo el sueño que en mis brazos fue batalla.
Así, con nada por ganar y oliendo a poco
me yergo en esto que no soy, que se figuran
es carne y flecha dirigida a ningún lado.