Tú
anda, vuela

y tráeme en la mirada
el primer canto de los niños
la alegre tristeza de la nieve al derretirse
y el potente llanto en vigésimo día del monzón

anda, corre
y vuelve con las manos marcadas
por el gesto de la renuncia del verdugo
por el temblor del escriba cuando decidió no mentir
y con el sonido de la espalda del ángel al romperse

anda, trasciende
y regresa con la frente vuelta un pergamino
en donde pueda leer diez mil límites borrados
la ruta allanada hasta los otras dimensiones
y el futuro que nos queda encerrado en un bolígrafo.

ni te demores
ni te apresures
tan sólo ve hasta la no distancia
cruza el puente sin inicio y sin final
y rescata mi nombre
de entre las cenizas de los hombres