Que se valora mejor lo perdido
después de haberlo por fin disfrutado
es un anciano saber comprobado
tanto, que muchos lo ven aburrido.
Algunos hallan un contrasentido
en el placer que una vez consumado
se constituya en infierno sellado
del que se sale fatalmente herido.
Otros, más pocos, se ocupan de ir
a donde no llegan actos tangibles
y solo cuenta el fulgor de insistir
cruzando planos y luces de fuego,
sin el andar de lo humano, decible,
sino volando hasta el centro del juego.