Como una pesadilla en la que sangre y muerte
derramando humedades sobre espaldas y manos,
son los fragmentos crudos que siento en los humanos
despojos que procuran acabar con mi fuerte.
Así, como se ve, no me sirve tenerte
navegando las horas con entusiasmos vanos
en medio de la risa de todos tus hermanos
mientras me pudre adentro tanta palabra inerte.
Por esto me detengo ante el terror filoso
que encierro entre mis dientes hartos de masticar
mil mortales silencios pletóricos de mar,
y me cargo el engaño que habita en cada foso
oculto por la sangre y las frases malditas
que verbalizan todos los que viven de citas.