Oh, concha, del crepúsculo nacida
estanque de humedad color salmón,
qué rico complacer a tus caprichos
acuosos y carentes de incertezas.
Oh, manantial supremo de mi sed,
lluvia callada y fértil que en mi boca
duplica sus orillas infinitas,
¡cuánto cielo en tus blandos arrecifes!
Oh, concha de verano sempiterno
y con aroma a infierno revelado,
permite que mis fauces se propaguen
por entre el cortinado con que ocultas
el cálido estallido del elixir
que cura mis heridas vanidosas