¿A qué mujer no le gustan los versos
que del amor y la entrega refieren
utilizando esos ritmos que quieren
con su vigor anular sus reversos?
Quizás algunas, odiando los tersos
cantos del vate, que nacen y mueren
sobre el dolor y la dicha, prefieren
negarle fuerzas a tantos anversos,
mas la moneda circula en cadencia
por entre exóticas rubias de oro
o por la piel de la esposa del moro,
pues es de sangre su cruz y su cara
y aunque vulgar o sutil a conciencia
a los latidos los nutre y dispara.