Algunos vienen marcados
pero somos más
los que vivimos en el tatuaje marchito
de un cuerpo listo para la violencia,

con la mente rota en todas sus esquinas
buscando provecho
y bebiendo del enojo,

como si el tiempo no existiese
y por ello mismo
cabría que acabar con quienes creen en él.

Algunos hasta sudan amor
en las rodillas y entre los dedos del pie zurdo
con esa postura almidonada
de perdonar al malhablado y al genocida,

pero somos más los que vemos claro
la sintaxis perfecta aunque vacía por mentirosa
que intenta tapar con la mano que junta limosna
la erección que provoca el dolor en los malditos.

Tú di
habla, sonríe expresiones
derrama como lo haría un manantial suave
todo el discurso de perfecta y dócil dación,

que a nosotros no se nos escapa
sino la bilis contenida
que nos genera toda la historia
de tanta belleza de porcelanas y óleos
rajando la sonrisa que ganamos después de llorar
el haber decidido nacer aquí.