En lo profundo de la periferia
rozando de cerca y aún así lejanamente
la difícil emoción del extravío
intento desandar cada uno de los puentes quebrados
a ver si de nuevo me divierto
con las contrapromesas del imposible

El polvo
de los días que fueron muchos
se pega en remolino frente a mis ojos
para esta calma que se mezcla con el cansancio
atándome a esa condición primera de humanidad
de la que voy desprendiéndome

Ya no digo todo lo que sé
ni oculto aquello que podría ser peligroso
me rasgo sin fuera ni dentro
con químicos en la sangre
por cumplir la voluntad de aquellos
que jamás calzaron mis sandalias

Conmigo el peso de extraños párpados
habitando como mordedura
las yemas cálidas y solas de mis dedos
que pulsan sobre demasiados destinos
con la suave firmeza de la presión
proveniente del parto de las sombras

Y me tengo
en el medio de un silencio tumultuoso
destejiendo fragancias ajenas
esas que un tiempo rajaron mi boca
en la más impúdica de las risas
por debajo y arriba de constantes y variables
construidas por aprendices de deidad
sin que me estorben ni la dicha ni el consuelo